Havel: campeón del corazón, constructor de la esperanza |
"Debería primero decir en qué tipo de esperanza pienso frecuentemente (especialmente en situaciones que lucen sin esperanza como la prisión). La entiendo principalmente como estado de la mente, no un estado del mundo. O abrigamos esperanza en nuestro interior o no; es una dimensión del alma, y no depende de alguna observación particular sobre el mundo o alguna evaluación de la situación. La esperanza no es un pronóstico. Es una orientación del espíritu, una orientación del corazón; trasciende el mundo inmediato que experimentamos, y está anclada en algún lugar más allá del horizonte.
La esperanza, en su sentido profundo y poderoso, no es lo mismo que la alegría porque las cosas van bien, ni la voluntad de invertir en empresas que obviamente lograrán el éxito temprano, pero, más bien, se trata de la capacidad de trabajar por algo que consideramos bueno, no solamente porque podríamos tener éxito. Mientras menos propicia sea la situación por la que sentimos esperanza, más profunda es la esperanza. La esperanza no es lo mismo que el optimismo. No se trata de la convicción que las cosas van a salir bien, sino la certidumbre que algo tiene sentido, sin que ello dependa del resultado final..."
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