Aquí somos 99.9% venezolanos |
Leyendo
la prensa por el 2002, encontré la información recién comprobada de que los
seres humanos somos 99.9% idénticos, genéticamente hablando. Todas nuestras
diferencias vienen de un 0.1%. Eso era un duro golpe con data dura para los
racistas, y para todo al que le guste la discriminación en general.
Lo cual
es paradójico, porque no es fácil verse como iguales. Sin embargo, esa investigación demuestra que la igualdad
está en la esencia, y lo que para la naturaleza es un “redondeo”, en nuestra
percepción son esas “puyas” las que nos hacen ver como muy diferentes. Pero, ¿cuánto lo somos
realmente?
Siempre
recuerdo que un día, en mi pre-adolescencia
en Nueva York, leía una revista de historietas de humor negro llamada MAD en la
que había una viñeta donde aparecían dos turistas asiáticos que miraban pasar
una limosina en La Gran Manzana y uno le decía al otro, “es ese el
vicepresidente o el alcalde”, y el otro replicó, “no lo sé, todos estos
occidentales se ven iguales”. Lo que nos resulta ajeno, siempre nos parece poco
diferenciable.
Lo
cierto es que tendemos a generalizar, tendemos a igualar, pero al mismo tiempo
nos gusta sentir que somos totalmente diferentes, que somos el centro del mundo
y los faros desde donde se imparte la luz al mundo. Toda exageración es en
esencia una distorsión.
Entonces
de alguna manera toda interacción con los congéneres depende de si decidimos
enfocarnos en ese 99.9% de esencia idéntica o en el 0.1% que nos diferencia. Culturalmente,
económicamente y socialmente, por supuesto que las diferencias pueden ser
enormes, pero igualmente es nuestra decisión si queremos volver a la esencia
que nos une de manera irrefutable hoy y siempre. Todos podemos enfocarnos en ser humanos.
Somos
venezolanos, no sólo chavistas o de oposición. Hay gente mala y perversa, pero la mayoría de las personas
que conocemos le podemos decir, hermano, chamo, corazón, mi amor, compinche,
compadre, maestro, paisano. Es
como cuando nos reunimos alrededor de una empanadera en Pampatar a degustar sus
multisápidas frituras de dominó, de cazón, de pabellón, de carne molida y las infaltables
de queso blanco rallado; allí somos 99.9% venezolanos, que nos gusta lo salado
con el toque dulce y especies, pues somos eso, la misma vaina, bien o mal
aderezada.
A mí me gustaría ver una conversación cuyo resultado deseado sea la
convergencia entre Nícmer Evans y Pedro García Otero, y ver si pueden rescatar
su esencia por encima de diferencias aprendidas. Me gustaría ser testigo de un
verdadero Reencuentro Venezolano.
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